martes, 30 de diciembre de 2008

El primer trastorno:



La carretera viboreaba entre árboles y gramilla. Una larga estela de humo segía marcando nuestro trayecto roncador. Quedó atrás un carro, una jardinera, una yunta de bueyes. Habíamos rodado horas y avanzado poco a la agotadora mañana... Cada tanto al cruzar un arroyo, nos deteníamos a reponer agua al radiador hirviente, a refrescarnos... La gatiga nos hizo dormir entre los bultos.
El primer trastorno fue en Punta Ballena.
La inmensa loma era era demasiado para el motor. En la maravilla del paisaje esteño nos bajamos a empujar los cuatro. Con el corazón al galope, los cuerpos empapados y un crepitar de huesos llegamos a la cumbre, luego vino el descenso vertiginoso. No sé como llegó entera a la planicie. Allí nos detuvimos a mirarla. Me recordaba un macarrón con sed.
Nos zambullimos en las saladas aguas transparentes. Lo hicimoes en calzoncillos, entre bañistas y grupo de curiosos. Jadeando empapados, entre ironías y muchachas de cobre, nuestro baño fue exitoso y breve. A Carlín le picó un aguaviva.La gran bola de gelatina fue aplastada en la orilla, insultada en forma escandalosa. Indefensa y barbuda se dejó masacrar por el miope.
Cuando dejó de saltarle encima, abandonó la playa con aire de mata siete.

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