domingo, 7 de diciembre de 2008

Texto: "Confesión del autor" de Eduardo Galeano.


Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero solo de noche, mientras dormía: duarnte el día era el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país.
Como hincha, también dejaba mucho que desear. Juan Alberto Schiaffino y Julio César Abbadie jugaban en Peñarol, el cuadro enemigo. Como buen hincha de Nacional, yo hacía todo lo posible por odiarlos. Pero el Pepe Schiaffino, con sus pases magistrales, armaba el juego de su equipo como si estuviera viendo la cancha desde lo más alto de la torre del estadio, y el Pardo Abbadie deslizaba la pelota sobre la línea blanca de la orilla y corría con botas de siete leguas, hamacándose sin rozar la pelota ni tocar a los rivales: yo no tenía más remedio que admirarlos, y hasta me daban ganas de aplaudirlos.
Han pasado los años, ya la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrer en mano, y en los estadios suplico: -Una linda jugadita, por amor de Dios.
Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece.

Yo también soy una mendiga de buen fútbol, pero festejar un triunfo de los manyas (?) No, no aguante la blanca! :P :P

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